

Quiero recordarnos que la tierra es azul, que el agua de los océanos esta viva y cubre alrededor de dos tercios de la superficie de la Tierra y son el verdadero pilar de la vida. Que aunque no vivimos en el agua, somos criaturas marinas, en la misma medida que cualquier otra que efectivamente vive ahí, porque sin el océano nuestras vidas no serían posibles.
Los océanos son nuestros pulmones, ellos generan la mayor parte del oxígeno que respiramos, nos ofrecen comida y nutrientes, nos entregan medicamentos, regulan el clima modelando el carácter del planeta, y son económicamente importantes para los países y comunidades que confían en el turismo, la pesca y otros recursos marinos para sus ingresos. El océano es la clave para nuestra supervivencia. Su salud, y su conservación es la nuestra.
Debemos sacudirnos del brain wach mediatico y darle una vuelta a la mirada que tenemos sobre la protección de espacios en el mar. Comenzar por efectuar cambios que les permita a las comunidades locales poder administrar sus reservas marinas, derribando el mito de que las reservas marinas tienen un costo elevado de mantención, generando planes de negocios que cubran los costos de su manejo y comprendiendo, como dice Enric Sala, que las reservas marinas son un fondo de inversión, un capital que no se toca y que produce interés, porque los peces ahí se reproducen, crecen y ayudan a repoblar las áreas aledañas, lo cual beneficia la pesca. Además, en muchos de estos sitios, al protegerlos, el valor turístico aumenta, lo que conlleva nuevos puesto de trabajo y mayores beneficios económicos.